Estación en curva

Si nos paráramos a observar los pequeños detalles de nuestro día a día nos daríamos cuenta de las pequeñas historias que nos rodean. Y si además hiciésemos un pequeño ejercicio de introspección sabríamos localizar esos pequeños detalles contradictorios que nos forjan como ser humano. Porque algo que no queremos reconocer es que estamos llenos de flechas que apuntan en diferentes direcciones.

Es esta la idea en la que Uxue Apaolaza se basa para esta colección de relatos muy breve pero contundente. La protagonista de ellos es plenamente consciente de lo que le rodea, no en un intento desesperado de reconciliarse con todos aquellos pedacitos de los que está formada y que obedecen a sus opresiones y privilegios, sino como un ejercicio de observación. Son relatos introspectivos, lúcidos, cotidianos hasta la médula.

Están llenos de esa realidad que abofetea y de un humor que le da cierta vía de escape. No hay tapujos ni tabúes. Y es que con ellos Uxue nos habla de la soledad, de la precariedad, de acoso callejero, de las presiones a las que se ven sometidas las madres, de las expectativas de la gran ciudad, de emigrar, de volver a casa. Son relatos cortos pero llenos de capas y referencias, de los que descubres nuevas cosas al leerlos varias veces. 

Un libro brevísimo que, si bien no me ha cambiado la vida (quizá es porque no soy una mujer de 40 años que vive en la gran ciudad, pero es originaria de Gipuzkoa), su narrativa me ha parecido una pasada. Los temas que trata son actuales y relevantes, así que creo que una persona que pueda conectar más con las experiencias de Lur lo va a disfrutar el doble.