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Como ya he comentado en alguna ocasión, las novelas de espías parecen estar nuevamente de moda, bien volviendo a la época de la guerra fría, o transcurriendo en la actualidad. O como en el caso de El secreto de las golondrinas, uniendo el periodo de la guerra fría con la actualidad. Nos va a hablar de las “Golondrinas”, espías soviéticas que fueron entrenadas durante la guerra fría para seducir a hombres occidentales importantes para descubrir sus secretos o bien directamente chantajearles. Algo que lejos de ser cosa del pasado, llega hasta la actualidad, pues algunas de aquellas mujeres tienen hoy día importantes posiciones dentro del mundo occidental, como es el caso de la ex mujer del presidente de Estados Unidos que va a presentarse ahora a la reelección. Un hombre que guarda un tremendo parecido con Donald Trump. ¿Qué es realidad y que es ficción en esta novela? Porque en todo momento, desde la misma contraportada se juega a confundir al lector, que no sabrá si se haya ante un montaje publicitario o ante una realidad. Teniendo en cuenta que el mundo esté en manos de dos hombres como el presidente actual de los Estados Unidos y su oponente ruso (proveniente de los servicios secretos) sea real, cuando parece sacado de una novela de ficción, cualquier cosa que sobre ellos se nos cuente, por ms ficción que sea, puede confundirse con la realidad, que es a lo que juega este thriller que nos llevará por medio mundo. La realidad además se empeña en apuntalar esa paranoia que parece estarnos invadiendo, con sorprendentes noticias sobre el espionaje soviético y su manipulación o intento de ello sobre la realidad occidental, intentando mediante Internet de influir y manipular la opinión pública, cambiar de ese modo los resultados electorales y el rumbo de esos países. El secreto de las golondrinas ha sido una de mis decepciones del año. Esperaba más de esta novela y al final me ha resultado un thriller un tanto insulso. Tal vez no sea culpa de la novela sino de las comparaciones. Lo cierto es que no resiste la comparación con Gorrión rojo de Jason Matthews, que trataba el mismo tema, el de las mujeres convertidas en espías y máquinas sexuales para mayor gloria de Rusia. No entiendo por qué en un sitio se les llama gorriones y aquí golondrinas. Porque si nos atenemos al título original (The Kingfisher) sería un Martín pescador, o sea, otro pájaro diferente. Es cierto que se lee muy bien, pero la sensación de incredulidad y de montaje publicitario que tuve leyendo la novela no hay quien me lo quite. Enlace: https://www.elbuhoentrelibro.. |
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