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Según comenta su autora, es una historia basada en hechos reales, aunque con alguna trama inventada para dar consistencia a este relato sobre una joven catalana que ejerció voluntariamente la prostitución a comienzos del siglo XX: Teresa Solá. . A través de unos cuadernos de una amiga coetánea de Teresa Solá nos adentraremos en una vida llena de claroscuros que, para sobrevivir más desde un punto de vista mental que económico, la llevará desde ingresar en un convento como novicia con una vocación inventada para escapar, hasta cruzar el charco, llegar a Buenos Aires, regentar un refinado prostíbulo de la ciudad convirtiendo ese trabajo en una forma de placer, y un matrimonio de conveniencia. Todo ello a cambio de hallar su lugar en el mundo. . Una vida sustentada por el odio, el rencor y el deseo de venganza tras un traumático episodio que vivirá en su tierna juventud, aunque la resistencia, la fe y el amor que un día fue, la permitiría vivir de la forma que ella quiso y llegar a ser una dama muy respetada. Según se la describe, una mujer muy bella que desprendía admiración y pasión en los hombres. Ella misma era consciente y aprendería a sacarle partido. Aprendería a utilizar ese poder y a conocer un tipo de amor diferente a ese que termina destrozando el corazón o nos hace sentir felices y al mismo tiempo vulnerables. Aunque, ella ya habría conocido esa clase de amor que dolía... La única solución posible era avanzar y comenzar de nuevo, a pesar de que el recuerdo de lo que provocara esa pena estuviera mucho tiempo en su camino – complicado regodearse en la pena en esa época cuando la gente luchaba por sobrevivir y las emociones no eran la prioridad. . Entremezcladas encontramos otras historias de personajes que compartirán con ella una importancia notoria en el relato, tramas de abusos, relaciones de esas cuyos protagonistas arderían en el infierno de las habladurías y de la censura, alguna que otra incestuosa, deseos prohibidos, relaciones extramatrimoniales, hijos secretos, etc. Y todo ello encuadrados, aunque sean brevemente mencionados, en los momentos históricos propios del SXX. . Conoceremos a Teresa Solá en primera persona a la edad de 72 años. Una vida dura, de muertes figurada y sin figurar, pero también de reencuentros que haría dejar atrás el odio y el rencor. Lograría reconstruir su vida, a pesar de que olvidar es “otro asunto”, porque el dolor no se extingue, solo se aprende a convivir con él y se convierte en un escudo frente a la vida. |
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