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Es la primera novela que leo de Alejandro Palomas, por lo que no estoy familiarizada con su estilo como otros muchos lectores/seguidores del autor y, al principio, me resultó difícil. No me entusiasmó la trama ni la voz de Fer hasta pasadas unas cuantas páginas donde, desde la cotidianidad y el sentido del humor (me he reído mucho en según qué situaciones y diálogos), habla de su maravillosa y peculiar madre albina Amalia, sus hermanas Emma y Sílvia, de tía Inés y otros personajes muy vivos en la memoria y en nuestra imaginación, así como de “anécdotas” familiares y personales que provocan que nuestro espíritu “cotilla” siga leyendo para adentrarnos en una boda y un cúmulo de situaciones y aprendizajes procedentes del pasado y el presente con las que más o menos podemos sentirnos identificados. Me ha encantado Amalia, la madre (imposible no encariñarse con ella y el resto de personajes) y, especialmente, he adorado los recuerdos de la sabia abuela Ester. Guardo algunas de sus frases y lecciones a cuál más maravillosa. Leí en redes sociales que la abuela del autor le dijo que él no escribía para que le leyeran, sino para que le quisieran. Me quedo con eso. No con un amor, sino con EL amor. Bravo.
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