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Se trata de una novela de suspense con rasgos de thriller psicológico. La historia se inicia cuando una madre contrata a Petrov, un investigador privado y protagonista de la novela, para que localice a su hija desaparecida. A lo largo de la novela se desarrollan diferentes hechos, pero todos ellos se suceden a la sombra de la citada búsqueda. Además, la vida del investigador tiene un papel fundamental, pues, al poco de ser contratado, le detectan un tumor en el cerebro, lo que le impide recordar qué paso el fin de semana anterior y gran parte de lo sucedido en el pasado. Esta pérdida de memoria también afecta a los hechos más cotidianos y a su día a día, lo que hace que la resolución del caso se alargue en el tiempo. En cuanto a los personajes, la verdad es que no he conseguido empatizar con ninguno de ellos, lo que ha impedido que me sintiese más partícipe en la historia. La novela se divide en tres grandes partes (1. Días sin huella, 2. Trabajo mental, y 3. Picnic de tarados) que se articulan a través de capítulos numerados. Los capítulos son relativamente cortos, lo que hace que la lectura sea más amena, si a eso le sumamos la presencia de bastantes diálogos, la lectura se convierte en agradable y ágil. En lo relativo a la narrativa, no me ha gustado que los saltos al pasado se introduzcan en mitad de la lectura, ya que eso ha hecho que me perdiese en bastantes ocasiones. Esto se podría haber solucionado fácilmente utilizando la letra cursiva o dedicando capítulos exclusivamente a estos acontecimientos pasados. En general, es una novela de suspense entretenida, pero que no ha logrado engancharme todo lo que esperaba. |
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