 |
Una mujer muere en un atentado en Jerusalén, sin que se sepa su identidad, un periodista que inescrupuloso revela que es trabajadora de la panificadora más importante del país, a la que acusa de “falta de humanidad”, la empresa que sale en defensa de su integridad y comienza así, una disparatada historia sobre la soledad, los sueños, el amor, la responsabilidad, la violencia del terrorismo. Una narración hecha mayoritariamente a una voz y, a veces, en forma coral, por un colectivo que varía: las mujeres del pueblo, los empleados de la fábrica. Yehoshua nunca nos dice los nombre de los personajes vivos que hacen la historia, solo se refiere a ellos como la secretaria, el director de RRHH, el dueño, la cónsul, la madre, el hijo; en cambio, la víctima es la única que tiene nombre. Tampoco nos dice el nombre del país del que es originaria la fallecida, aunque nos da señales de que se trata de una de las repúblicas de la extinta URSS.
|
>
