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En mi opinión, la protagonista es de las personas que cuando está equivocada, o comete un error, siempre trata de culpar a otro de su equivocación o su error. Tiene una madre manipuladora a conciencia, y se regodea en darnos innumerables e innecesarios ejemplos de esa circunstancia. Porque cada uno, como hijo o como madre, sabe de qué se trata eso. Tenía un esposo, francamente aburrido y que en cierta forma también ejerce amplia influencia sobre ella. Ha recurrido a varios psicoterapeutas a lo largo de su vida y ninguno le ha caído aunque sea un "poquito" bien y encima los trata con apodos burlones. Ahora bien, esta señora tiene 45 años, en trámite de divorcio vuelve a su pueblo, al que hacía muchos años que no visitaba, justamente porque no soporta a su madre, pero no tiene adonde ir ni a quien recurrir porque no tiene trabajo ni dinero. O sea que soportará a su madre a cambio de que la sostenga (aunque este tema nunca se desarrolla en el libro). Se entiende que de niña, no podía hacer otra cosa que depender de los caprichos de su madre, pero a cierta altura de la vida, uno decide su camino y lo lleva adelante como puede. Resulta ser a la larga, según puede comprobarlo a fuerza de golpes, desdichas, desilusiones, y un grupo de gente bien avenida con la que entra en contacto, que logra entender que después de todo su madre hizo lo que pudo, y lo entiende cuando se da cuenta que ella misma hace lo que puede. También acepta que tal vez su ex esposo, no era el culpable absoluto de la ruptura del matrimonio. Porque ella no se tomó el trabajo de revisar su comportamiento como pareja, para enderezar lo que se iba torciendo en la relación. Y finalmente, reconoce que por lo menos dos de sus terapeutas, no estaban tan errados en las propuestas que le hacían para el mejorar el desarrollo de su vida. O sea que creció y vivió su adultez, supeditada a la voluntad de los demás, sólo quejándose, pero sin tomar cartas en el asunto, y el asunto era su vida. Sin duda, la autora supo retratar a la perfección,el carácter de la protagonista. Hay momentos en que habría hecho falta que alguien pusiera en su lugar a esta joven, que es un rosario de lamentos. Este libro es continuación de El café de los corazones rotos, y algunos personajes y situaciones vuelven a aparecer, como sucede habitualmente en las segundas partes para ubicarnos en la acción, pero aquí hay pasajes que parecen copiados textualmente de la primera versión. |
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