Tras la bruma del pasado de victoria magno
Sus ojos azules, posados sobre los suyos, ahora eran tan claros como el cielo en un día de verano. De no ser porque estaba segura de no conocerlo, habría jurado que despertaban en ella emociones desconocidas, emociones que habían permanecido ocultas de algún modo dentro de ella, y que ahora, de una forma que no era capaz de explicar, se levantaban una vez más de la tumba donde yacían, incapaces de permanecer inertes por más tiempo. Como si él, y solo él, fuese el único ser en el mundo capaz de hacer que cobraran vida.
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