La Débâcle de Émile Zola
Allí fue, sobre todo, donde la matanza tomó proporciones aterradoras: hombres, muchachos, sentenciados por un indicio, por tener las manos ennegrecidas por la pólvora, o por llevar zapatos de munición; inocentes denunciados falsamente, víctimas de venganzas personales, clamando justicia, sin conseguir que les escuchasen
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