La Débâcle de Émile Zola
Pero los heridos y los muertos ya no se contaban. El compañero que caía, allí se quedaba abandonado, olvidado. Ni una mirada siquiera. Era el destino. ¡A otro! ¡A sí mismo, tal vez!
|
La Débâcle de Émile Zola
Pero los heridos y los muertos ya no se contaban. El compañero que caía, allí se quedaba abandonado, olvidado. Ni una mirada siquiera. Era el destino. ¡A otro! ¡A sí mismo, tal vez!
|