La Débâcle de Émile Zola
Desde Chalons se había desvanecido, no había querido dar una orden, resignado a ser una cosa inútil y molesta, un bulto que estorba llevado con los bagajes de las tropas. Y no se sintió emperador más que en el momento del desastre, la primera, la única orden que iba a dar, con el coraón lleno de piedad, era la de izar la bandera
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