La Débâcle de Émile Zola
¡Era su pensamiento único, salvar su cañón como se salva una bandera! Y hablaba aún, cuando cayó arrancado el razo derecho, el costado izquierdo abierto. Había caído sobre el cañón y se quedó allí como en una cama de honor, la cabeza derecha, la cara intacta y hermosa de cólera, vuelta allá, hacia el enemigo
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