La Débâcle de Émile Zola
Era Napoleón III, que se le aparecía más grande a caballo, con los bigotes tan retorcidos, afilados, las mejillas tan pintadas, que lo vio en seguida rejuvenecido, pintarrajeado como un actor. Indudablemente se había hecho pintar la cara, para no pasear entre su ejército el espanto de su pálido semblante
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