La Taberna de Émile Zola
Coupeau tuvo suerte y se contrató para salir a trabajar en provincias, en Étampes; y allí estuvo tres meses, sin emborracharse y casi curado por los aires del campo, aunque no fuera más que momentáneamente. Nadie duda de la eficacia que, para quitar la sed, ejerce en los borrachos el abandonar los aires de París, donde las calles están llenas de humo de aguardiente y vino.
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