Almas perdidas de Yanina Zorza
Él era como la cara oculta de la luna; y yo, un astronauta solitario descubriendo territorios inexplorados. Nosotros no pegábamos ni con plasticola. Aun así, nos encontramos en circunstancias insólitas y el destino quiso que formáramos el dúo «argenchino», como él mismo nos bautizó. |