El hogar eterno de William Gay
Daba igual donde estuviese aquel rincón perdido, lo que estaba claro es que se hallaba a kilómetros de cualquier lugar que él conociese, y no había visto una sola luz encendida en todo el trayecto, ni un solo poste de teléfono. Supuso que no importa, que cualquier cosa sería mejor que quedarse en cada durmiendo; en los últimos días había llegado a sentir que la vida desfilaba ante sus ojos como un relámpago, dejándole desamparado. Dormir solo agravaba aquel sentimiento de impotencia. Mientras dormía, el mundo seguía girando, se producían cambios, las situaciones se mofificaban y se volvían más complejas, lo que acababa de dejarle aún más incapacitado para enfrentarse a ellas.
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