En mares helados de Wilkie Collins
¡No! Hay una silueta blanca, solitaria, en la pendiente del césped. La cabeza no mira hacia la casa sino al mar en calma, cuyas aguas ligeramente rizadas cesan en la tenue línea del horizonte que es la línea de la costa de Hampshire. La señora Crayford se acerca al sendero que pasa por delante de la ventana y la llama. ¡Clara! De nuevo, no hay respuesta. La silueta blanca sigue inmóvil en el mismo lugar. |