Los emigrados de W.G. Sebald
El doctor Selwyn y yo entablamos una larga conversación cuando él me preguntó si yo nunca sentía nostalgia. No supe muy bien qué responder; en cambio, el doctor Selwyn, después de reflexionar un poco, me confesó —ésta es la palabra justa— que en el transcurso de los últimos años la nostalgia lo embargaba cada vez más.
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