El Aquiles de Tirso de Molina
¡Ay nieve, que helada abrasas! ¡Ay fuego, que ardiendo hielas! ¡Ay mano, en fin, que consuelas cuando con flechas traspasas! Por la boca al alma pasas; y cuando mis penas locas envidian penas que tocas, todos mis miembros se holgaran, porque todos te besaran, a ser un Argos de bocas. |