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El ángel que nos mira de Thomas Wolfe
-Vamos, no es hora de soñar despierto. A quien madruga, Dios le ayuda; ya es hora de que salgamos a la calle. Y aunque su alusión al soñar despierto era solo parte del axiomático mosaico de su lenguaje, Eugene se sobresaltaba y se sentía confuso, pensando que su mundo secreto, tan celosamente guardado, se había revelado y puesto en ridículo. |