Madres e hijos de Theodor Khallifatides
Sentía una profunda gratitud por tenerla frente a mí. La idea de que algún día no estaría me resultaba tan extraña, que recordé lo que pensaba de niño. Que el árbol sobrevive a su fruto. Pero si me iba yo primero, ¿ella cómo lo iba a soportar? Era un círculo vicioso con una única conclusión lógica. Debemos volvernos inmortales el uno para el otro. –Comí tanto, que no puedo ni hablar –dije. Mamá rio aliviada. |