La leyenda del hechicero. El aprendiz de Taran Matharu
Lo llevamos porque los enanos nos casamos por amor, no por simple lujuria. El esposo no ve el rostro de su prometida hasta la noche de bodas, así que cuando se enamora de ella es por su personalidad y no por su aspecto. También es un símbolo de modestia e intimidad, de manera que no vayamos por ahí alardeando de nuestra belleza. Vernos la cara es un privilegio reservado única y exclusivamente a nuestro esposo.
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