El castigo de Tahar Ben Jelloun
No es la primera vez que descubro que soy alérgico a dar órdenes. ¿Cómo se puede disfrutar mandando y haciéndose obedecer? No me interesa, y a su vez odio estar del otro lado de la barrera. Siempre me gustó, además de la libertad, la fantasía. El orden me asusta. El desorden, también. Necesito tener libertad suficiente para soñar, imaginar, danzar en mi mente, salirme de las filas, no llevar ninguna etiqueta, ser imprevisible, inasible...
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