El silencio más noble de Susana López Pérez
La oscuridad no permitía captar el entorno, pero, a la luz de las escasas y pobres farolas que se desperdigaban por la barriada, Elvira, José Antonio y Rodiles pudieron darse cuenta de la miseria del lugar. Sus botas se llenaban de lodo a cada paso, y eso que el día había sido soleado; las casas que se alineaban a ambos lados de la calle ofrecían un aspecto lamentable; la intimidad parecía un bien olvidado.
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