La isla de los condenados de Stig Dagerman
Estás solo en el espacio, arrojado en él como una balsa en el mar, expuesto a él como una diana a los dardos, ya no te es dado librarte huyendo de tu sentencia, y puede ocurrir cualquier cosa. Cabe esperar águilas o cucos que caigan de las estrellas y se estampen contra ti, ya que eres lo único blando en el mundo entero, un lugar en el que puede hundirse un pico, un lugar en el que puede hincarse una garra; cabe esperar meteoros o cualquier cosa que te desgarre el pecho descubierto, desnudo ante la infinitud, pero entonces ocurre sin más que el espacio empieza a cantar, el espacio empieza a cantar de soledad. "Solamente", pero no, no es "solamente", es más que de sobra, por desgracia.
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