Diario de un seductor de Sören Kierkegaard
¿Tendría mi mirada, como el sueño, un poder semejante? Porque también sus ojos de ella se cerraron cuando yo la miraba, aunque por dentro la agitaban fuerzas oscuras. No veía que yo la estaba mirando, pero lo sentía, lo sentía, por todo su cuerpo. Sus ojos se cerraron y eso era la noche, pero en su interior profundo era día claro.
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