Las ballenas de 52 hercios de Sonoko Machida
Aún así, sin importar lo que me hiciera, deseaba que me abrazara una vez más. ¡Ojalá me abrazara fuerte y me dijera "Te quiero" como aquel día! Entonces soy capaz de olvidar todo lo detestable. Sólo con un beso puedo borrarlo todo. Por eso, ¡dime que me quieres! Eso era lo que deseaba. Sin embargo, mi madre se negaba a verme. Tal vez ya no era necesaria para ella. Lo sabía, pero no quería reconocerlo. Por lo tanto, me sentí sola durante mucho tiempo. Siempre me sentía sola y quería que me amara. |