El Relato Del Monstruo de Shaun Hamill
De pronto, Eunice no puede mantenerse en pie. Vuelve a la máquina de escribir y se sienta. No llora. No aquí. Cierra los ojos e intenta no ver a Merrin, intenta ni siquiera pensar en ella. No ha tenido malas intenciones. Creía que estaba haciendo algo bueno. Eunice sencillamente quería un favor diferente. Quería escucharla pronunciar las palabras prohibidas, que validara esa sensación de podredumbre que siente en lo más profundo que le provoca vergüenza y temor de sí misma.
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