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Detrás de sus ojos de Sarah Pinborough
Nada de nombres, ¿vale? Ni de trabajo. Ni de nuestras aburridas vidas. Prefiero hablar de cosas de verdad. - ¿Eso dijiste? ¿En serio? - Sí. Bueno, no. Lo dijo él. Me arde la cara. A las cuatro y mdia de la tarde, hace dos días, con el primer Negroni ilícito de la tarde, me había resultado muy romántico, pero ahora era como algo sacado de una mala comedia romántica: mujer de treinta y cuatro años entra en un bar y el hombre de sus sueños se la camela, pero al final resulta ser su nuevo jefe. Dios mío, es tan horrible que me quiero morir. Menudo lío. |