Heredera de fuego. Trono de Cristal III de Sarah J. Maas
Rowan preguntó: -Qué sucede? -La tercera llave del Wyrd -respondió y maldijo. No le podía decir a nadie, porque si alguien sabía…, iría directamente a Rifthold. Directamente a la fortaleza de los asesinos. -Aelin -¿ notó miedo, dolor o ambos en sus ojos? -. Dime lo que averiguaste. -No mientras estés atado a ella. -Estoy atado a ella para siempre. -Lo sé. El era esclavo Maeve, peor que esclavo. Tenía que obedecer todas sus órdenes, sin importar que tan horribles fueran. Rowan se inclinó sobre la rodillas y metió su gran mano en el agua. -Tienes razón. No quiero que me lo digas. Nada. -Odio eso - dijo Celaena -. La odio a ella. (…) pero el silencio que empezaba crecer entre ellos era insostenible. Ella se aclaró la garganta. Tal vez no pudiera decirle la verdad sobre la tercera llave del Wyrd, pero le podía ofrecer otra. La verdad. La verdad sobre ella, sin diluir y completa. Y después de todo lo que habían pasado, y todo lo que ella todavía quería hacer… Se preparó para hablar. |