Sarah J. Maas
-Hola, corazón. -La voz clara de Ember Quinlan le llenó los oídos, provocando una sonrisa en Bryce a pesar de los quinientos kilómetros que las separaban-. Quería confirmar que te viene bien que vaya a visitarte el próximo fin de semana. -¡Hola, mami! -ladró Danika hacia el teléfono. Ember rio. Ember siempre había sido «mami» para Danika, desde la primera vez que se vieron. Y Ember, que no había tenido más hijos aparte de Bryce, estaba más que contenta de tener una segunda hija, igual de terca y problemática que la primera. |