Las Piedras del Caos : Libro 1: Ego de Sara Avila Ramirez
No podía evitar sonreír con ternura al darse cuenta de cuánto se querían y cómo se miraban, de aquella forma tan dulce e intensa, tan característica de los enamorados sinceros. La maga dejó escapar un suspiro, preguntándose qué se sentiría al tener a alguien a quien mirar de aquella manera. Ella misma bajó la cabeza, procurando centrarse en la runa que tenía delante, cuando se percató de la sonrisa absurda que tenía en los labios al acordarse de Manfred en ese momento.
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