Poesía de Salvador Novo
Naufragio A Carlos Pellicer ¡Que me impregne el vendaval de las horas! Huyo de los hongos cúpulas paraguas paracaídas y caídos. ¡Viento, lluvia, azótame, amásame un alma olorosa agua que fuiste cenagosa y te purificaste en los azules tendederos! Sepúltame contigo no esperes de mí un impulso, he sido siempre solamente un cajón con un espejo y vidrios de colores. ¡Corramos a la lluvia! Nunca ha estado tan orquestada, es el Placer-que-Dura-un-Instante y además ya inventaron los pararrayos. Esta ola de viento sabe a torsos y a hombros desnudos y a labios y huele a miradas. Mar, mar adentro y luego húndeme y desgájame, no quiero nunca guardar nada más. Romperé mis anteojos verdes y el sol bailará para mí como un niño idiota que busca el juguete que naufragó. |