Poesía de Rubén Darío
Tarda en venir a este dolor adonde vienes, a este mundo terrible en duelos y en espantos; duerme bajo los Ángeles, sueña bajo los santos, que ya tendrás la Vida para que te envenenes... Sueña, hijo mío, todavía, y cuando crezcas, perdóname el fatal don de darte la vida que yo hubiera querido de azul y rosas frescas; pues tú eres la crisálida de mi alma entristecida, y te he de ver en medio del triunfo que merezcas renovando el fulgor de mi psique abolida. |