La ruta de los huesos de Roberto Corral Moro
Creyó que ese día su corazón estallaría en mil pedazos por el dolor, pero... no ocurrió. Esa mañana odió al mundo que con indiferencia seguía su ritmo como si nada sucediera, y él deseaba salir a la calle y gritar enfurecido: ¡eh, dejad de hablad, dejad de reír, callad todos!, ¿acaso no veis que ella ha muerto? Ese día temió, quizás en parte fue así, admitió, ni poder reconciliarse con el mundo nunca más.
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