Kavafis Una biografía de Robert Liddell
Sólo una vez lloró Kavafis a lo largo de su horrenda enfermedad. Fue el día en que iba al hospital. Le llevamos una maleta pequeña para que cogiera algunos papeles (cogió las dos carpetas en las que estaban sus poemas) y unas pocas mudas que necesitaba. Cuando vio la maleta, las lágrimas le vencieron. Intentamos calmarle, en aquel momento desgarrador en que dejaba para siempre su casa. Tomó el cuaderno y escribió en él: "Compré esta maleta hace treinta años, apresuradamente, una tarde, para irme a El Cairo en busca de placer. Era yo joven y fuerte, entonces, y no mal parecido".
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