El leve aliento de la verdad de Ramón Dóaz Eterovic
…la lluvia cayó con entusiasmo hasta el anochecer. Desde la ventana de mi oficina contemplé la alfombra de hojas mojadas que cubría las veredas y a los peatones que caminaban esquivando los charcos que espejeaban en la calle, como ojos desorbitados de un animal que intentaba forzar las cadenas que lo mantenían atado a las profundidades… (página 203)
|