Nunca Más de Rafael Castro lora
Las palabras del clérigo producían un eco que se repetía en los oídos del doctor, arañándole por dentro, haciendo que el dolor se duplicara de forma cruel y lastimera con su voz profunda y pausada. Su rostro se ensombrecía intentando asumir una realidad que no se sentía capaz de aceptar. Quería huir de allí, mientras la pequeña mano de Blanca lo agarraba con fuerza, recordándole que no podía rendirse. Ella era la única luz que le quedaba dentro de la oscuridad.
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