Cartas de Abelardo y Eloísa de Pierre Abélard
¡Oh clemencia inclemente! ¡Oh fortuna desafortunada, que gastaste en mí sola todos los dardos que lanzas contra los humanos - pues ya no te quedan más para herir a los demás - ! Agotaste en mí toda la aljaba para que, en adelante, los demás no teman la guerra
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