El libro de la oscuridad I. La bella salvaje de Philip Pullman
Dejó a la niña en la cuna y la arropó con sumo cuidado para no rozar el daimonion con la mano. Malcom dedujo que la prohibición de tocar el daimonion de otra persona se aplicaba también a los bebés; en todo caso, después de aquellos escasos minutos, no se le habría ocurrido ni por asomo hacer algo que pudiera molestar a la pequeña. Se había convertido en su siervo para toda la vida.
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