Philip Larkin
El cortacésped El cortacésped se atascó, dos veces, me arrodillé y encontré un erizo entre las cuchillas, muerto. Estaba entre las hierbas altas. Lo había visto antes, y hasta le había dado de comer, una vez. Ahora había destrozado su discreta existencia sin remedio. Enterrarlo no me ayudó: A la mañana siguiente yo me levanté y él no. El primer día después de una muerte, la nueva ausencia es siempre lo mismo; deberíamos cuidar unos de otros, deberíamos mostrar amabilidad mientras aún haya posibilidad. |