El final de Norma de Pedro Antonio de Alarcón
La música agitó sus alas y llenó el espacio de aquellas religiosas armonías que, al principio de la introducción de la Norma, envuelven al auditorio en mística pavura. Luego, con ese tímido encanto peculiar de Bellini, fueron desprendiéndose de aquellas sagradas tinieblas unos acentos puros y llenos de gracia, como de la lobreguez de la selva encantada brotan sílfides vaporosas...
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