Soledad voluntaria de Olivier Remaud
[...] hay cumbres donde el lenguaje se reinventa. Quizá se deba al cansancio. En cualquier ascenso de ese tipo llega un momento en que la distancia entre las palabras y las cosas se reduce al mínimo. Nadie habla como suele hacerlo. Se vuelve complicado interpretar o disertar con tanta soltura como antes. La altitud restituye el lenguaje a sus orígenes más básicos. El viento de las montañas abate las conversaciones. Las palabras se ponen al mismo nivel que las cosas. Las cosas se hacen más fuertes. Se toman la revancha de las palabras. La montaña deja de ser un significante exterior. Se impone. Cuanto más sube el montañero, más se identifica con ella.
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