La forastera de Olga Merino
También yo hice de la casa mi refugio, y así la quiero, con sus cicatrices, los caliches en el encalado, las goteras en la cámara y la luz pinchada de un poste del tendido. La casa está rota, como yo. No tengo lazos con casi nada y tampoco temo la soledad: mis muertos me acompañan.
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