El último hombre blanco de Nuria Labari
La observo moverse con la libertad de quien no tiene un cuerpo de hierro, de quien puede dejar que la música entre por sus rincones. Esther trabaja por cuenta propia, y su cuerpo se mueve también por su cuenta. Eso quiere decir que anda siempre mal de pasta, que no puede organizar sus vacaciones de verano en primavera, que a veces tengo que prestarle dinero. Ella tiene todo lo que yo deseo. Es dueña de su cuerpo y de su vida. Ella es su propio reloj y su propia melodía. El ritmo del trabajo se mete en el cuerpo de los trabajadores hasta paralizarlos o moverlos a su antojo.
|