Chicas de tormentas y De Sombras de Natasha Ngan
El rostro que me devuelve la mirada ahora es imposible que sea la misma chica. Tiene las mejillas enrojecidas. El cabello crispado cae en una maraña ensortijada sobre sus hombros. Tiene los ojos hundidos y rodeados de sombras, no por el maquillaje, si no por el agotamiento; las ojeras oscuras parecen dos golpes, violacieos y profundos, la marca física de las pesadillas que la persiguen cada noche.
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