La luna del leopardo de Nalini Singh
Él frunció el ceño de forma hosca mientras comenzaba a desabotonarse la camisa. El corazón de Talin, que apenas había recuperado la calma, dio otro vuelco. —¿Qué haces? —Atacarte no. —Se volvió para arrojar la camisa a uno de los grandes cojines que hacían las veces de sofá—. Voy a correr. Prefiero que mi ropa no se desintegre cuando me transforme. —Ah. No pudo apartar los ojos de los flexibles músculos de su espalda. Clay siempre había sido fuerte, pero ahora… ahora podría partirla en dos como si fuera una ramita. Y sin embargo, aun pensando en eso, no podía dejar de admirar su belleza. Los dedos le hormigueaban y apretó los muslos. Deseaba alargar el brazo y seguir con los dedos el dibujo de aquel tatuaje en la parte superior del omóplato izquierdo, deseaba saborear… |