Elric de Melniboné de Michael Moorcock
El instinto le llevaba a buscar el consuelo y el olvido en cierto tipo de conocimientos pero, en aquella ocasión, sintió un súbito odio por sus pergaminos y sus libros. Echó a ellos la culpa de sus ridículas preocupaciones por la «moral» y la «justicia»; los culpó de los sentimientos de culpabilidad y desesperación que ahora le abrumaban a consecuencia de su decisión de comportarse como se esperaba que lo hiciese un monarca de Melniboné.
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