El agua que mece el viento de Mía Martín
Tenías razón, te mentí, te he mentido siempre, porque en ese pequeño mundo donde me crie, la alegría, la tristeza o el amor deben ocultarse porque a nadie le interesan. Una buena hija sirve primero a su familia; a su padre, a su abuela y a su madre, tú ya lo sabes, y más tarde a su esposo y a su suegra, ¡a quién le importa lo que sienta su corazón si ni siquiera le pertenece! Un corazón no sirve para nada. Pero tú jamás aceptaste las mentiras con las que yo disfrazaba mis ansias de escapar, tú me exigías que fuera libre y que me echara a volar, y yo lo deseaba, lo deseaba tanto... pero también me aterrorizaba, porque amarte es traicionar todo lo que es sagrado en mi vida.
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