Los vivientes de Matt De la Peña
No respondió pero el corazón se le agrandó silenciosamente en el pecho. Por sus palabras. Y la sensación de sus dedos entrelazados. Y porque ahora entendía la suerte de haber podido experimentar una vida en este mundo. Jamás podría usar una bala contra sí mismo. Ni Addie. El mundo tendría que llevárselos a la antigua, si eso quería.
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